En fin... no se cuando terminara esta sensación...
la de dejar de verte en cada pensamiento,
la de despertar empapada en sudor tras a-ver-te soñado,
una noche y otra,
la sensación de sentir que me da un vuelco el corazón
cuando te veo en fotos,
esas mariposas en el estomago cuando recuerdo tu sonrisa
no se cuando terminare de preguntarme
por qué no salió bien.
esa sensación en mis dedos de estar tocando tu piel de seda
porque llorar ha pasado de moda.
porque quizá no fuiste la personas que yo esperaba que fueras
pero eso no ha hecho que deje de estar enamorada de ti
y el impulso nervioso que debo controlar
para no meterme a ver tu perfil de ninguna de las redes sociales.
pero es que a veces me hace tanta falta ver tu sonrisa
que no puedo controlarme
porque al fin y al cabo el dolor no dura toda una vida
y lo único que nos queda es eso
el recuerdo de las sonrisas
y lo que éstas nos hacían sentir.
Contigo hasta las estrellas y todos esos te quiero
a los que el tiempo no supo hacer justicia...
y esos días de rabia en los que me juraba
que aquellas, las de hace tres meses eran las últimas lineas
que te escribía.
Sin darme cuenta de que a la rutina no le seria tan fácil
acostumbrarse a dejar a escribir para ti... porque lo hice
durante tanto tiempo, que ya casi no recuerdo
como se escribía para otra persona.
Fuiste dueño de mis versos,
de mis pensamientos,
de mis palabras,
de mis sarcasmos
y de mis latidos, de todos ellos por supuesto.
Y aquí sigo esperando a que desaparezcas,
pero sin querer del todo que tu recuerdo cierre la puerta del pasado.
Intente eso de querer a alguien a quien no tuviera
el deseo de olvidar, pero tampoco funciono,
así que me quedo soportando la paciencia
hasta que se desintegren también en recuerdos
las ganas que ahora tengo de hacerte el "humor".
miércoles, 30 de abril de 2014
miércoles, 2 de abril de 2014
Entre las garras del deseo de no tenerte mi reina
Sus cabellos rubios, naturales son mi tesoro perdió…
Ese era el comienzo de la canción, pero no fue escrita para
ella, que grave error, cuando hasta la luna si tuviera uso de razón le
dedicaría todas sus noches. Y me dije, algún día yo tendré que escribirle una
canción, en la que hable de su pelo con el brillo dorado y la suavidad que lo
caracteriza, lo había sentido tantas veces entrelazado en mis dedos, no tantas
como las que me hubiera gustado sentirlo haciendo cosquillas en mi vientre.
Tenía la boca muy sucia, a veces se le llenaba de mierda
para abofetear con metáforas a la sociedad cruel en la que vivimos, para poder
dar sentido a esos vertederos de sentimientos y de escrúpulos donde la gente
iba acumulando sus derrotas y sus remordimientos. Tenía la sensibilidad de una
reina, no de una cualquiera, sino de una de esas reinas que venden su corona
para poder alimentar a su pueblo y a su propio corazón. Prostituía sonrisas por
el menor atisbo de felicidad y eso la hacía grande. Yo quise hacerla libre, porque las reinas no
deben vivir enjauladas, el mundo no debe ser privado de tan delicada e
irreverente belleza.
La única manera que tuve de hacerla libre fue tomar su
cuerpo como lienzo y hacerla volar con mis manos de poeta como si su piel fuera
un verso en el que escribiera el amor, que también admiraba su corona, un verso
en el que mi pluma dibujara paisajes insólitos rebosantes de hermosura del
mundo con el que ella soñaba.
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