sábado, 26 de mayo de 2012

Vamos a gastar la vida.


Tabaco… un cigarrillo detrás de otro

Los pulmones cargados de alquitrán y otras mierdas

Te han estafado con eso del amor…

Absurdo invento, como diría Robe, magno poeta.

Eras más feliz cuando no te enamorabas

Toda la vida soñando con él y… ¿esto es todo?

Sírvete una copa, todo el mundo lo hace.

Ahoga las penas en algún vaso sucio… MIERDA!!!

No hay fanta.

Ya no sirves ni para el alcoholismo

Cuánto daño ha hecho Disney a todas las pequeñas princesas.

Estas de psiquiatra, pero no vivimos tiempos para gastar dinero en ese tipo de cosas,

es mejor gastarlo en chupitos de tequila, aun que te revuelvan el corazón.

martes, 8 de mayo de 2012

Prometí decirte algo bonito.

En ese momento me invaden las ganas de odiarte, a veces incluso, de provocarte algún daño físico, de que te arrodilles para decirme que me quieres.

Que te arrastres para implorar mi cariño.

Pero ni tú te arrastras.

Ni yo consigo odiarte.

Te gusta hacerte el tonto, obviando el poder absoluto que tienes sobre mí. Y es que me apetece abrir el corazón, y contarte todos los putos sentimientos que llevo dentro. 

Porque no eras nada, no decías nada, ni significabas nada.

Pero un día en el asiento de atrás de mi coche, después de esa primera vez que te sentí dentro de mi supe que a partir de aquel momento dejarías de pertenecer a la nada para forman parte del todo, para que no hubiera amanecer que no me hicieras despertar pensando en ti y en tu jodida sonrisa.

Porque no hay nada mejor en el mundo que cuando alimentas mi locura al compas de cada suspiro que se te escapa.

Y es que te tengo que dar las gracias, por todos esos polvos, por las veces que me haces el amor con todo el cariño que encuentras en tu interior, o que me follas como si fuéramos unos desconocidos que no pueden sostener más el deseo poseerse.

Me pierdo en el fondo de tus ojos, dejo que tus manos realicen todo el trabajo.

Y me haces sentir esa princesa, rescatada del castillo amurallado, custodiado por un dragón que solo escupe dolor y no me deja marchar.

 Te armas de valentía, y de la madurez que tus pocos años de vida te han otorgado, y escalas esa torre, anhelando encontrar al final de ella mi corazón, mientras yo voy enlazando sábanas,(que son todas las maneras en las que me has enseñado a quererte) que nos servirán de refuerzo para bajar juntos cuando me rescates, antes de lo cual te perderás entre mis piernas apoyado en el quicio de la ventana, consumiendo el amor que hay en nuestros labios.

No quiero sentir jamás la ausencia de tu ausencia, no quiero que tus caricias se conviertan jamás en recuerdos, en anhelos de amor que un día perdimos.

Es complicado encontrar palabras para expresar todas las veces en que tu único objetivo es hacerme sonreír.

Nunca has tenido una parte de mi corazón, creaste, borraste todo lo malo y te encargaste de que todo él te perteneciera.

Me disgustan y me lamento por todas las discusión, y me pregunto cómo puedo encontrar la felicidad contigo, pero es que nada me hace más feliz que nuestras discusiones y saber que después de soltarte lo más horrible que se me ocurra, seguiré amándote, seguiré deseándote cada minuto, seguirán ahogándome las ganas de tocar y contemplar el puto milagro de tu anatomía.

Y no quiero sentir nunca más el amor, si no viene de tus besos y de la forma en que me tocas o de la frialdad de tus manos en la calidez de mi cuerpo.

El agua verde que fluye por tu mirada… tu piel… tus labios empapados de sudor…  y la forma más sencilla de amarte.