Te quiero por una infinidad de razones que ni si quiera el
sol podría descifrar… y conociendo tu infinito interior me descubrí a mi misma
y todas las razones emanaron de tu sonrisa y tus lagrimas.
Ya no podría descontrolar ni romper en mas pedazos las ganas
que tenia de abrazarte mientras llorabas, esas ganas que me habrían dado fuerza
para detener el mundo entero y hacer sufrir a quien te volviera a herir, eras
mi princesa y no, nadie podía tocarte como lo hacía yo.
Tus lágrimas no podían ser mas mías porque me dolían mucho más
que a ti, me llenaban de impotencia y cuando todo tu ser se derrumbaba, estaban
dispuesta a recomponerlo porque todos esos pedacitos daban sentidos incluso a
las hipocresías más evidentes.
En la suavidad de todos los centímetros que componían tus
perfectas piernas, en la luz de tu sonrisa, la misma que hacía que mi corazón
entrase en parada cuando me la dedicabas. La paz de tu risa entre mis labios,
entonces sí que se paraba el mundo, a la puta mierda, nada importaba más que
aquel momento.
Tu mirada recorriendo mi cuerpo, esos ojillos de gata que no
podían hacer que te deseara más si no detenías tus ganas.
Aun sigo intentando descifrar todas aquellas razones que no me dejaron mas remedio que amarte.