martes, 27 de diciembre de 2011

Desayuno con diamantes, precisa definición.

¿Sabes lo qué te pasa? no tienes valor, tienes miedo, miedo de enfrentarte contigo misma y decir está bien, la vida es una realidad, las personas se pertenecen las unas a las otras porque es la única forma de conseguir la verdadera felicidad. Tu te consideras un espíritu libre, un ser salvaje y te asusta la idea de que alguien pueda meterte en una jaula. Bueno nena, ya estás en una jaula, tu misma la has construido y en ella seguirás vayas a donde vayas, porque no importa donde huyas, siempre acabarás tropezando contigo misma.


viernes, 23 de diciembre de 2011

Se sintió una estrella, la más grande y brillante de aquel lugar. Un enjambre de flases y halagos la deslumbraron. Sus ojos se convirtieron en lujosos luceros que alumbraban aquella majestuosa alfombra roja de cine. Las más altas castas de la sociedad se arrodillaron ante ella, la alabaron, besaron cada centímetro de asfalto que ella pisaba, la condujeron hacia lo más alto, lo más hermoso, allí donde el mundo es un mero instrumento para saber que sigues siendo grandiosa, que hasta ese desorbitado pedazo de tierra se rendiría ante tus pasos. Su ingenua inexperiencia la sumergió en un baño de coca y alcohol, sexo, nicotina y toda aquella sustancia que la hiciese sentir, algo imposible, más bella y amada de lo que ya era.
Al final de su carrera, de la cual solo recordaba de una forma completamente lucida su corta infancia, apenas podía mantener el equilibrio sobre los vertiginosos centímetros de tacón que la convirtieron en diva. Y entonces se sintió vacía, era incapaz de encontrar en su abrumada memoria cualquier recuerdo que la hiciera sentirse feliz. Como un ser inútil, sintió la ausencia de todo aquello que no había aportado al mundo, excepto horas y horas de cinta cinematográfica, no había nada que después de tantos años la hiciese sentirse orgullosa de sí misma.
En pocos años quedo relegada a escasos documentales sobre su vida y la época en la que vivió, a fotos de aquellos dorados años de fama y a icono del cine, una efímera apariencia que le destrozo la vida, la dejo vacía y convirtió su alma en gas, un gas letal que fue transportado por su sangre contaminando todo su cuerpo… La consumió poco a poco, pero a ella le consoló pensar que sería la muerte más dulce de la historia, muere joven y deja un bonito cadáver y ese fue su último pensamiento que invadió su mente.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Apuntando maneras.

El pronóstico de aquella tarde era distinto del de todas las demás. Aquella tarde no estaría sola en casa esperando que cayera la noche para contemplar la luna en un oscuro silencio.
Aquella tarde el sol pegaba de forma perpendicular en los cristales de las ventanas y toda la casa gozaba de una reluciente claridad.
Desde la ventana del cuarto de baño, el cual estaba cubierto de un sofocante vaho, podía apreciarse cómo la suave brisa mecía las vulnerables hojas de los árboles que caían despacio y silenciosamente.
Cuando él llegó me observó de arriba a bajo como si tuviese que pasar algún tipo de control o examen a sus ojos.
Subimos las escaleras atropelladamente, mientras nos besábamos y nos quitábamos la ropa. Cuando llegamos a la segunda planta de la casa, entramos en el baño, donde estaba todo preparado. Una vez allí el calor que producía el vaho nos obligó a prescindir del resto de la ropa que aún cubría nuestros cuerpos.  Él se sentó en el inodoro y yo me quedé de pie justo frente a él; entonces me amarró por la cintura y me acercó a él, de forma que sus rodillas quedaron pegadas a mis piernas y, con su ya conocida sutileza, fue repasando con sus manos el contorno de mi cintura. Sentí cómo acariciaba suavemente mi espalda, lo cual me provocaba un ligero cosquilleo que recorría mi cuerpo de arriba a bajo… Yo le ayudé a que pudiera contemplar sin obstáculos mi cuerpo, quitándome las manos de mis pechos. Los miró atónito durante unos segundos, luego comenzó a dibujar círculos con sus dedos repasando el perfil de mis pezones. Estuvo mirándome durante unos largos minutos, contemplando detenidamente cada detalle de mi cuerpo. Empezó a besarme por el vientre. Poco a poco fue bajando lentamente, hasta terminar finalmente sentado en el suelo sobre sus rodillas, de forma que ahora su mirada quedaba a la altura de la parte inferior de mi vientre que a él tanto le gustaba; entonces empezó a besar esa zona tan perfecta de mi cuerpo; cada beso lo daba unos centímetros más abajo que el anterior; como ya podía imaginarse, pude predecir dónde acabaría la trayectoria de aquellos besos… es difícil de explicar lo que sentí, solo sé que hasta el rincón más escondido de mi cuerpo se estremeció y pudo sentir el profundo placer que me provocaban sus besos. Me encontraba tan relajada que creía estar en otra dimensión, paralela al mundo que me hacía encontrarme en un estado que nunca antes había sentido y que era imposible de describir.
Aquella tarde terminamos haciendo el amor en la bañera. Fue una de las mejores tardes de mi vida, porque quizás suene a tópico pero… solo él sabe causarme todas esas únicas sensaciones que me hacen sentir tan suya y a la vez tan libre, con la capacidad de borrar el recuerdo de todas las demás que otros me han hecho sentir, que quedan relegadas a un ambito completamente superfluo.

viernes, 16 de diciembre de 2011

Sola ante el abismo.

El mundo se apaga.
Y tú te quedas en medio de la oscuridad, desconcertada.
Tu ingenua sonrisa se va desvaneciendo.
Sientes miedo, pero no te dejas seducir por el pánico.
Necesitas el contacto de la piel humana.
Una caricia que haga que dejes de sentirte sola en ese mundo hostil que te acecha, haciendo desaparecer cualquier resquicio de luz.
Pero no encuentras a nadie.
No puedes ver nada.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

En esos días malos.

Estaba lleno de furia, incesante rabia recorría su cuerpo a causa de la presencia de aquella chica de apariencia frágil e inofensiva. Jamás había odiado tanto a nadie como la odiaba a ella, le hacia la vida imposible de forma cruel cada día, haciendo temblar su posición de chico popular entre los acopios de jovencitas enloquecidas, a pesar de no tener un aspecto demasiado adonis, resultaba un muchacho de lo más llamativo.
Era extraordinariamente guapa e inteligente, delgada y menuda, de forma que nadie podría imaginar el daño que le hacía. Ni más ni menos popular había llegado nueva aquel, el tercer año de universidad, dando bastante que hablar, debido a la forma tan particular en la llamaba la atención: tan extravagante, tan atractiva, tan misteriosa.
Durante aquel año sin tener ninguna razón, ningún pretexto que la moviera a ello había estado fastidiando a aquel chico, travesuras sin importancia que a él le hacían enfurecer, mientras ella se divertía.
Era la cena de fin de curso, todos bailaban, riendo y bebiendo. Inmerso en aquella muchedumbre de gente ebria, sintiéndose parte de la música, como uno más, cuando quiso darse cuenta estaba en la puerta del cuarto de baño empapado de alguna sustancia alcohólica, de la que había estado consumiendo, junto a él, aquella abominable chica riendo sin parar.
-Llevas todo el año haciéndome la vida imposible, ¿nunca te cansas?
Envuelta en carcajadas ella no pudo responder.
-Eres una zorra. Le dijo movido por la ira.
De repente ella dejo de reír y le propinó una fuerte bofetada, sin pensarlo dos veces. Él no pudo contener la rabia que aumentaba por momentos en su interior y en un arrebato de locura la cogió en brazos, sujetándola por los muslos y la estampo contra la pared, dejándola sentada en el lavabo, le agarro las muñecas fuertemente comprimiéndoselas en la pared.
-Aprieta más fuerte. Le pidió con una sonrisa escéptica. Se sentía infinitamente deseada por aquel ingenuo que nada entendía de su comportamiento.
-Estás enferma. Se sentía impotente, la hubiera estrangulando en ese mismo instante, sin importarle cualquiera de las consecuencias que pudiera tener ese acto.
Ella volvió a reír.
-¿Qué coño es lo que quieres de mi?
Ella se sentía excitada por su reacción tan agresiva, le miro a los ojos, llenos de locura, y con una expresión infundadamente seductora se mordió el labio inferior.
-Hazme tuya. Su respuesta fue contundente e inequívoca, eso era exactamente lo que quería de él.
El se quedo perplejo, su furia se iba convirtiendo rápidamente en un desconcierto lleno de curiosidad. Sus miradas se fundieron de forma intensa y sin más demora ella se lanzo a sus labios de forma salvaje. Ahora su desconcierto era pura excitación incrédula de lo que sucedía, jamás hubiera pensado que esa niña estúpida pudiera sentirse atraída lo más mínimo por él.  
Minutos después de esa intrigante y peculiar situación, tras hacer el amor de forma salvaje, mordiéndose hasta sangrar, él se sintió profundamente enamorado de esa misteriosa y cruel muchacha. Convirtió toda la rabia que le había hecho odiarla en una sorprendente admiración y curiosidad por hacerla para siempre suya. 


lunes, 12 de diciembre de 2011

Elocuencia existencial

La vida es pura poesía que camufla todo lo atroz de lo que no queremos percatarnos, una poesía perturbada y despedazada por todos esos hombres sin alma que jamás comprenderán el verdadero sentido del existir, la magia de enlazar palabras construyendo belleza. Quizá alguien como yo tampoco lo conozca nunca, pero para mí la vida tiene mi sentido propio. Esa poesía que todo lo impregna haciéndonos ingenuos enamorados del vivir, allá donde te lleve el camino o el viento, descubriendo cada estrofa, cada palabra, exprimiendo de toda ella esa esencia atroz que la contamina y quedándote solo con lo que puede hacerte sentir un ser especial, un ser que flota en un mundo de mentes sin rumbo, sin ningún pretexto para disfrutar de todo aquello que jamás conocerán, de todo eso que un día fue poesía y hoy esas almas hambrientas de vida, como la tuya, se encargan de reconstruir.

Tu rap de pino y rosas.

Hoy es uno de esos días en los que me siento pletórica, en realidad ávida de algo que me haga satisfacer mi alma, cualquier cosa. Mi imaginación vuela, sin retorno, exenta de que yo pueda devolverla a la realidad, puesto que me resultaría imposible reprimir mis deseos, y ésta es conocedora de ello. Sueño despierta creando fuego en mi interior, llamaradas de pasión hacen arder mis entrañas en anhelo de placer, inquieta, intento que mi mente se distraiga, no quiero que nadie se percate de lo que me sucede, que nadie me toque, ni me hable, nada que pueda hacer saltar esa chispa que no quiero controlar.

lunes, 21 de noviembre de 2011

Media noche en París.

Y ¿Cuándo hace el amor con ella siente una pasión bonita y veraz? Y al menos en ese momento pierde el miedo a la muerte. Creo que el amor que es veraz y real crea una tregua con la muerte. La cobardía viene de no amar o no amar bien, que es lo mismo. Y cuando el hombre que es valiente y veraz mira cara a cara a la muerte, como cazadores de rinocerontes que yo conozco o Belmonte que es valiente de verdad, como aman con suficiente pasión apartan a la muerte de su mente hasta que vuelve como hace con todos los hombres y es hora de hacer el amor de verdad.  Ernest Hemingway

Te miro y tiemblo.

Él la estrechó entre sus brazos. Era aquel insólito lugar, del que nadie podría intuir todo lo que a ellos les hacia revivir, lo que les transmitía. Ese lugar en el que sus cuerpos los impregnaban todo de magia, cuando el tacto cálido y suave de sus pieles se rozaba. Era ese lugar del que nadie podría sospechar jamás.
Él le dio un tierno beso en la frente, tras lo cual aproximó la boca hasta su oído, y cuando ella pudo oír su respiración, le susurro: ¿Cuánto de menos habías echado esto? Ella se quedo perpleja (no esperaba esa pregunta) sin saber que responder, pero sin dejar de abrazarle, se acerco a sus labios y le dio un beso húmedo y dulce, entonces él dijo: dormir. Ella supo perfectamente que la pregunta era muy clara, aunque él hubiese querido camuflarla con sus habituales estupideces lingüísticas, por la tardanza de su respuesta.
Entonces ella le miró y simplemente dijo: mucho. Y fue cuando él supo que ella jamás echaría de menos algo ten insignificante como dormir teniéndolo a él a su lado.

sábado, 19 de noviembre de 2011

Un ser tan especial

Era una de esas noches frías y dormía aferrado a ella, el mayor tesoro del mundo. La madrugada me despertó impregnado de su llanto, aunque casi silencioso, pude sentir su dolor. Estaba sentada en la cama, rompiéndose en mil pedazos, a su alrededor una enorme mancha de esa sustancia que a su parecer la hacía invulnerable, emanaba por todo su cuerpo, aunque en realidad no era más que una ingenua invención de su frágil interior. La rodeé con mis brazos, haciendo un esfuerzo por canalizar su sufrimiento hasta mis entrañas, pero egoístamente, eso era algo que jamás compartía. Permanecía inmóvil, impasible, permitiendo que aquella valentía líquida se derramara. De forma inerte se posó en mi pecho, entonces sentí como iba perdiendo con cada lágrima, esa bella esencia que la definía. Su intenso dolor necesitaba una tregua, y se dejaba conquistar por el sueño, sus ojos ya no escondían nada que le negara descansar, comenzaba a respirar despacio, hasta que se rinde ante su locura. Esas noches, cuando ella vuelve a dormir, inevitablemente yo no consigo hacerlo, mi incesante necesidad por intentar reconstruir cada pedacito de su ser, me mantiene despierto hasta que amanece.