domingo, 1 de noviembre de 2015

Un día para descansar

Los domingos son para caerte por las escaleras y llorar,
Para tener un gato que te alegre las mañanas y las noches
Que te haga reír
a carcajadas como muchas personas
Nunca supieron hacerlo.
Los domingos son para dejarte invadir por la nostalgia
Para echar de menos
Son para arrepentirse de las cosas que no tuviste valor de hacer
Y para recordar amores fugaces, de esos que te lo entregan todo
Y luego se van sin avisar.
Domingos, que te permiten tener miedo, asustarte
Al menos una vez a la semana,
Sin tener que sentir esa culpabilidad de no tener tiempo para estar triste.
Son para decepcionarte, de ti misma
O de los demás
Para mandarlo todo la mierda y que nada más importe
Los domingos son para darse una tregua, mirar atrás
Ser consciente de que las cicatrices a veces duelen, casualmente siempre los domingos
Para asumir que posiblemente te estas enamorando y acojonarte,
Por qué el amor sino duele, no tiene ningún sentido
al menos para mi
Me hago la misma pregunta, sin respuesta
Cada 7 días

¿Qué culpa tienen los domingos de tu angustia? 

domingo, 18 de octubre de 2015

Advertencia 18

Venía a decirte que me asustas
Porque andas de un lado a otro siempre con esa sonrisa
De la que es muy fácil enamorarse
Y yo soy de esas que ve al amor y se esconde
Porque la poesía aún no ha pagado ni un destrozo.
Te vas noviembre diciéndome lo mucho que vas a echarme de menos
Como si nos separará una guerra
Como si ya nos conociéramos hace un par de siglos.
Y cuando vuelves me hablas de tus sueños
Desnudo
En mi cama.
Me cuentas que odias tu trabajo
Que el año que viene vas a seguir amándome
Como si no existiera el océano.
Yo te miro extasiada
Porque tienes unos sueños tan hermosos
Que sería una aberración para el arte
No poder cumplirlos.
No sé nada de ti
Pero los ojos también hablan,
Supongo que has sido un chico querido
Y que por eso te duele estar lejos de tu familia
Si mi pronóstico no falla
Definitivamente te has equivocado de chica
Pero para cuando te des cuenta
Ya va a ser demasiado tarde
Y vas a querer sanar mi corazón disfuncional
Porque es lo que siempre queréis hacer los buenos chicos.
Y yo estoy acostumbrada a los capullos
En la planta de mi pie izquierdo tengo un imán para los dramas,
Ya no sé si soy yo la que los busco
O son ellos los que me encuentran,
Al final aprendí a vivir con ellos
Y deje de hacerme preguntas.
Tengo una relación despectivamente intensa de amor-odio con el caos
El caos emocional y las averías sentimentales…
Es una adicción destructiva, de esas que no se pueden controlar.
Y no vengas a ordenarme, porque ya te he dicho que amo el caos.
Eres un buen chico, con un corazón noble
Y no sé si quieras que te lo destroce
Quizá deberías volver a casa
Yo prometo buscar un buen terapeuta
Enamórate de alguna chica sin traumas infantiles
Que estudie derecho o finanzas

Y que no te haga odiarla. 

viernes, 9 de octubre de 2015

A la chica de los ojos que sueñan

Deje que el viejo ordenador se llevase las antiguas entradas de blog, que guardaba en una carpeta de documentos Word. Supongo que este y un acopio de otros pequeños acontecimientos me han permitido cerrar el ciclo, y por fin echar la llave sin miedo a no saber dónde guardarla por si en algún despiste la extraviaba.
Para dejarte marchar, he decidido dedicarte unas últimas palabras, ¿por qué no? Nunca he sabido hacer las cosas de otra manera.
Quizá la gran razón de to
do esto sea el océano, poner agua de por medio y batir las alas justo en el sentido contrario hacia a donde el otro emprenda su vuelo, por qué la vida es un viaje y nosotros llevábamos ya más tiempo del estipulado poniéndonos piedras en el camino para que avanzar no nos alejara.
Ahora sé que tú también has podido cerrarme a mí, acabar con el vicio y pensar en mis labios ya sin ganas de besarlos. Te regalo todo lo fui, que no es poco y guardo lo que seré para el destino. Será que siempre he tenido esa sensación clarividente para la telepatía con las personas que amo y comprendo que por fin tú también has encontrado la paz de saber que verdaderamente mis brazos ya no pueden abarcarte en ningún intento de amar.
Me sorprendo al descubrir las nuevas sensaciones que me causan tus fotos, sigues estando tan guapo como de costumbre y yo me imagino que alguna chica bonita sostuvo la cámara que disparo la foto que ahora usas de perfil, seguramente la habrías invitado a comer y probablemente después del vino le hicieras el amor sujetándola con tus mágicas manos que hace tiempo que no me sujetan a mí y ya no me duele saberlo, la furia me abandono, llego la bendición que me hace pensar; vamos hazla volar como tantas veces me hiciste a mi elevar los pies del suelo, hazla comprender que la suerte se esconde en tus pupilas, como yo tantas veces la pude ver cuando me mirabas.
 Y sobre todo, no desplumes sus alas para que pueda decidir que llegar volando hasta tu alma es un milagro. Y enséñale nuestro lenguaje manual, te aseguro que entonces no querrá volver a desplegar sus alas para marcharse de tu lado.
Gracias por todo lo que apostaste para no perderme en nuestro juego, y gracias por permitirme madurar un poquito más, porque dicen que poder sonreír a aquella persona que una vez te hizo daño, es crecer.
Deja que la chica bonita te enseñe a volar,  que te enseñe el mundo, como yo nunca supe hacerlo, porque me resigne a descoser mis alas para que nunca fueran el motivo que te hiciera sangrar, sin darme cuenta que estaba cometiendo el error que probablemente nos haya roto al no permitirte que amaras mis alas como la mejor de mis virtudes.
Y dile a la chica bonita que nunca me tenga celos, que soy yo la que siempre envidiare su suerte, hazla entender lo que fuimos y comprender que si yo no hubiera pasado por tu vida de esa forma tan caótica nunca habrías podido amarla a ella.
Cuídala y déjate cuidar.
Ahora te dejo marchar, sin el dolor que suponen las siluetas que se difuminan a lo lejos del camino, sin el dolor que provoca la incertidumbre de no saber si algo se acaba o continua, porque como ya te he dicho que te dejo marchar, sabiendo que nuestros días tenían una enorme necesidad de terminarse. Te dejo marchar con la sensación eufórica de que cada final es un nuevo comienzo.

Adiós amigo (y en esta ocasión te aseguro que la palabra amigo contiene todo el amor con el que siempre voy a recordarte)

lunes, 2 de marzo de 2015

El sexo de la sangre

He leído tanto que se me han secado los ojos,
Y a pesar de las escarcha en mis pestañas,
Sigo devorando poesía,
Aunque no sea la que debería.
Soy consciente de que en algún momento de mi desequilibrada vida
Tendré que aprender a dejar de leer poetas de bragueta y
Embarcarme en algo más serio,
Que sería algo así como encontrar el origen de todos los poemas
En forma de materia prima
Y hacerlo poesía con ayuda de las musas,
Esto es una obviedad.
Lo que quiero es una musa
Con la que destrozar sonetos y ahogar metáfora,
Porque después de ella todo verso carezca de sentido.
Algo así tuve una vez, pongámosle género masculino
E invoquemos a la perfección para hablar de él.
Adonis, llamarlo x, si os apetece.
Entonces los poemas rebosaban vandalismo emocional
Y dibujaban grafitis  en forma de cupido 
en todas las esquinas
Declarando la guerra a la tristeza.
Cualquier estación de tren era el escenario adecuado
Para dedicarle unos halagos
que gritaran a los cuatro vientos mi amor (valga la redundancia).
Porque escribir sin inspiración
-es como- el que arrastra
Por la calle una correa
Que no esclaviza a ningún perro.
El problema que tenía con Adonis
Es que éramos incapaces de besarnos sin hacernos sangrar
Y nos volvimos adictos a la sangre, dependientes.
Esto era muy triste, porque, a partir de aquel momento
Nos enamoraba cualquier pretexto
Para romper al otro un poquito mas
Y saciar la sed de psicópatas
Que nos poseía cada vez con más asiduidad.
Esto era lo fácil, lo jodido era cuando teníamos que curarnos
Saber parar a tiempo la hemorragia
Para que la vida no se desvaneciera.
Porque en el fondo nos amábamos lo suficiente
Como para lamentar más la muerte del otro
Que la abstinencia.
Y el problema se volvió de unas dimensiones insalvables.
Porque ya no podíamos evitar vivir con el miedo
A perdernos, y que esa pérdida fuera causada por nosotros.
Y mucho menos podíamos vivir tampoco sin abrirnos
(las heridas) y cerrarnos (con sobredosis) las venas
a base de sexo.
Porque estábamos convencidos de que el amor era sufrir.
Y ahora que podría afirmar que tengo
Todo lo que siempre soñé
Caigo en la cuenta;
Un adicto es un enfermo, y nunca deja de serlo
Por vasto tiempo que permanezca en la abstinencia.
Cada vez con menos frecuencia,
Mis instintos me suplican una dosis.
Lo siguen haciendo.
Pero el recuerdo de tus labios sangrando,
Tus ojos atravesando mi alma
Y tus manos sujetándome fuerte
Sigue siendo demasiado nítido.

“Nunca se olvida del todo, sencillamente se aprende a vivir sin que esos recuerdos te arruinen por dentro” 

lunes, 2 de febrero de 2015

Instrucciones para la reconstrucción

Te sorprenderá descubrir lo exquisita que soy para algunas cosas,
Como el arte, la cerveza o la música.
Y lo maleducada que soy para algunas otras, porque ya sabes que no soporto la injusticia.
Nunca llegaras a comprenderme del todo, porque hay heridas
Que son difíciles de mostrar.
Te hablare algún día de una infancia feliz
Y de una adolescencia edificada a base de ostias
Y nunca llegaras a conocer el verdadero calibre de la bala
Con la que disparo esas palabras.
En otro momento habría podido reprocharte el egoísta aspecto de que no me cuidaras,
Ahora probablemente te reproche que lo hagas.
Hace algún tiempo que aprendí a cuidarme sola,
Por eso llevo siempre un libro en la mochila.
Es hora de que sepas que mi corazón es digno de cualquier destrozo, siempre y cuando las vistas del camino recorrido hasta el fin hayan merecido la alegría.  
Que en el pasado entregue mis poesías a errores que ni yo misma he sabido perdonarme.
No se trata en absoluto de arrepentimiento, porque la mujer que ahora ves
Está hecha de todo el pegamento con el reconstruí mi corazón en más de una ocasión  
Por lo que ahora me dan miedo los tequieros,
Me asustan los parasiempre,
Me asfixia la rutina y salgo corriendo ante cualquier tipo de compromiso,
Por sutil que sea.
Que me acojonan los teechodemenos, por no hablar de los nosoportodespertarsinqueestesamilado.
Y en el momento en que tus labios pronuncien las palabras “voy a quererte a pesar de los aviones” me vas a tener bien agarrada por los huevos.
Nunca debes olvidar que recuerdo más de lo que me gustaría al último tío al que ame, hay gente que cala muy hondo, y que nunca deja de doler, eso es algo que debes soportar
Pero todo eso son pequeños detalles que no me han ahogado aun las ganas de cambiar el mundo.
Eso sí, es importante que sepas, que lo cotidiano me hace inmensamente feliz y que a veces son los detalles más irrelevantes los que construyen mi sonrisa.
Mantenerme en calma es relativamente sencillo, y digo relativamente, porque quizá haya cosas que se escapen a mi percepción.
Aprecio una caricia como el más caro de los regalos y me pone de buen el chocolate y las duchas de agua hirviendo cuando fuera el termómetro no supera los 0º
Es muy importante que tengas conocimiento de que me encanta estar sola,
Disfruto del tiempo que paso conmigo misma, porque lo invierto en cosas que realmente
Hacen rebosar mi alma de paz y con ellas me refiero a leer, pintar, escribir o simplemente escuchar algo de jazz y ojear arte en cualquiera de sus manifestaciones.
Una vez me deje en segundo plano a mí misma y te aseguro que fue un completo desastre
Y nadie más que yo se atrevió a aderezar los desperfectos.
Además de estas instrucciones, el resto ya lo conoces.
Espero poder dedicarte algún día palabras más conmovedoras,
Hasta entonces, no te saltes las reglas.



lunes, 24 de noviembre de 2014

La magia de la meteorología.

Ayer soñé con una casa repleta de frío.
Ella estaba insuperable vestida de carmín, sobraban las palabras.
Y él tenía una sonrisa que solo podía materializarse cuando la miraba,
Una sonrisa que bien sabe Dios,
Podría haber sido un arma de destrucción masiva,
En otros tiempos en los que fuese el amor y no el dinero
La magia que moviese el mundo.
Encontré dos cuerpos desnudos bailando en la noche, moviendo sus pies de manera acompasada al ritmo de los latidos que marcaba la sangre bombeada hasta las yemas de sus dedos.
Bastaba una mirada y unos pasos de vals para recuperarse.
Se agarraban de las manos y se sostenían el uno al otro, con el alma abierta hasta los pies.
Demostrándose que su piel unida a quemarropa era suficiente para desafiar al frió,
Ese frió que los había separado durante tantos inviernos.
Fue la forma que tuvo el amor, en esta ocasión, de reprocharle a los bajo cero los corazones que había roto.
La habitación se iluminaba con la tenue luz de la luna, al menos la que las ventanas dejaban atravesar.
Y entre aquellas cuatro paredes heladas de un lugar poco habitado, hacían frente a un frió difícil de soportar hasta para la más valiente desnudez.  Dejando que se les helara la sangre y floreciera la piel, porque ahora solo era una.
Cosida a golpe de inviernos.
Se dejaron llevar sin que el frió les hiciera temblar, porque se tenían el uno al otro. Era la forma que tenían de mirar con osadía los 0ºC y manifestarse completamente vulnerables ante el termómetro, pero sin miedos, sin más tapujos que haber perdido el miedo a no encontrarse, porque ya el frió dejo de asustarles.
Eran dos locos que sabían amarse con miradas, que pasaron horas bailando bajo todas las heladas, con la única mirada atenta del silencio.
Las sabanas estaban casi húmedas, pero aun podían prescindir de la poca ropa que los amparaba…
Dos cuerpos que se conocían centímetro a centímetro, cada recodo de su anatomía…
Cuya piel era la mejor excusa para que un simple roce hiciera que no pudieran contener más el aliento del otro que tanto habían anhelado en las noches frías... en las bocas de otros. 

Compusieron música con los dedos, acariciándose despacio para no desgastarse.
Regalaron con miradas a las musas la poesía, y se miraron como si el tiempo no hubiera pasado.
Crearon arte al mecer sus cuerpos en las sombras que regala la luna a los enamorados.
Y las noches pasaron como si fueran años, y éstos congelaron las manecillas del reloj.
Se follaron todos los termómetros y los inviernos, se comieron las distancias y se tragaron las nostalgias, para poder sentirse unas primaveras más.
Rompieron todos los relojes y los quedaron reducidos a un puñado de cristales con los que ya no tenían miedo a cortarse, porque volvían a tener al invierno domesticado para poder curarse el uno al otro.
Y se hicieron amor, a medida para los dos, sin censuras, sin ataduras y sin reproches, se hicieron amor en la versión más natural de ellos mismos, esa que escondían al resto del mundo.

Y eso es algo difícil de olvidar, supongo. 

lunes, 20 de octubre de 2014

El trance

Podría haber dado la vida por ti, dejándome los huevos en el intento o podría haber malvendido mis ojeras a cambio de un amor enturbiado, impregnado de sexo y lágrimas, porque hay pasiones tan fuertes que también hacen llorar. Y supongo que podría haber malgastado las pocas estrellas que aún nos amparaban en un ridículo intento de camuflar el olor a roto, que brotaba de cada poro de tu piel… tu piel.
Imagino que cambie todo eso por el trance que ahora atravieso, el transcurso de los días en los que voy aprendiendo (again) a vivir con la conexión cancelada a tus labios. El paso de las horas en las que intento construir de cero, partiendo de unos cimientos putrefactos que no han conseguido olvidarte. Que hipocresía querer sembrar algo nuevo sobre un terreno al que no has dejado el tiempo reglamentario de barbecho, para que tenga la oportunidad de regenerarse. Serán las ganas que me han ahogado últimamente de hacerte desaparecer del mapa de mi experiencia. Serán tus ojos, quizá tus manos…
Este es un viaje sin retorno y con secuela, un mella donde podría guardarse una piedra del tamaño de un ratón, el vacío tóxico que dejo el eco de tus besos que me contamina al tocar cualquier otro cuerpo que no sea el tuyo… tu cuerpo. Un vacío sobre el que va creciendo una gruesa capa de cicatrices que ahora nadie puede ver, porque mi propia mirada las esconde.
Y en el extrarradio de esta jodida cloaca a la que llamo conciencia, habitan unos pequeños hombrecillos que dedican sus días a beber como cosacos, masturbarse sin manos y fumar tabaco con sabor a analgésico, mientras construyen de manera desordenada y caótica este nuevo comienzo del que no desapareces.

Con todo esto y alguna que otra alusión a las manifestaciones que organizan las hormigas en mi estómago al verte en fotos,  he dejado de creer en las despedidas y la palabra “adiós” ha desaparecido de mi vocabulario por unanimidad. Pues el trance me ha convencido de que nunca podrás decir adiós a la persona que descubrió tu más sincera y vulnerable desnudez, y con más o menos frecuencia vas a verle en tus recuerdos, en tus sueños y en las pesadillas también, vas a tenerle siempre presente en tus expectativas y en todos los tíos que se peguen una hostia al intentar enamorarte. Y pasara mucho tiempo hasta que dejes de recordar su manera de caminar o la forma en que te miraba, sus gestos, la absurda tontería que le hacía sonreír y también los monstruos que le hacían temblar, porque te esforzaste demasiadas horas en intentar ahuyentarlos… Y no pretendas que otros te hagan sentir como lo hacía el, porque la realidad puede joderte muy adentro.