Podría haber dado la vida por ti, dejándome los huevos en el
intento o podría haber malvendido mis ojeras a cambio de un amor enturbiado,
impregnado de sexo y lágrimas, porque hay pasiones tan fuertes que también hacen
llorar. Y supongo que podría haber malgastado las pocas estrellas que aún nos
amparaban en un ridículo intento de camuflar el olor a roto, que brotaba de cada
poro de tu piel… tu piel.
Imagino que cambie todo eso por el trance que ahora
atravieso, el transcurso de los días en los que voy aprendiendo (again) a vivir
con la conexión cancelada a tus labios. El paso de las horas en las que intento
construir de cero, partiendo de unos cimientos putrefactos que no han
conseguido olvidarte. Que hipocresía querer sembrar algo nuevo sobre un terreno
al que no has dejado el tiempo reglamentario de barbecho, para que tenga la
oportunidad de regenerarse. Serán las ganas que me han ahogado últimamente de
hacerte desaparecer del mapa de mi experiencia. Serán tus ojos, quizá tus manos…
Este es un viaje sin retorno y con secuela, un mella donde podría
guardarse una piedra del tamaño de un ratón, el vacío tóxico que dejo el eco de
tus besos que me contamina al tocar cualquier otro cuerpo que no sea el tuyo…
tu cuerpo. Un vacío sobre el que va creciendo una gruesa capa de cicatrices que
ahora nadie puede ver, porque mi propia mirada las esconde.
Y en el extrarradio de esta jodida cloaca a la que llamo
conciencia, habitan unos pequeños hombrecillos que dedican sus días a beber
como cosacos, masturbarse sin manos y fumar tabaco con sabor a analgésico,
mientras construyen de manera desordenada y caótica este nuevo comienzo del que
no desapareces.
Con todo esto y alguna que otra alusión a las
manifestaciones que organizan las hormigas en mi estómago al verte en fotos, he dejado de creer en las despedidas y la
palabra “adiós” ha desaparecido de mi vocabulario por unanimidad. Pues el trance
me ha convencido de que nunca podrás decir adiós a la persona que descubrió tu más
sincera y vulnerable desnudez, y con más o menos frecuencia vas a verle en tus recuerdos, en
tus sueños y en las pesadillas también, vas a tenerle siempre presente en tus
expectativas y en todos los tíos que se peguen una hostia al intentar
enamorarte. Y pasara mucho tiempo hasta que dejes de recordar su manera de
caminar o la forma en que te miraba, sus gestos, la absurda tontería que le hacía
sonreír y también los monstruos que le hacían temblar, porque te esforzaste
demasiadas horas en intentar ahuyentarlos… Y no pretendas que otros te hagan
sentir como lo hacía el, porque la realidad puede joderte muy adentro.
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