sábado, 26 de octubre de 2013

No existe titulo para semejante belleza.

Te quiero por una infinidad de razones que ni si quiera el sol podría descifrar… y conociendo tu infinito interior me descubrí a mi misma y todas las razones emanaron de tu sonrisa y tus lagrimas.
Ya no podría descontrolar ni romper en mas pedazos las ganas que tenia de abrazarte mientras llorabas, esas ganas que me habrían dado fuerza para detener el mundo entero y hacer sufrir a quien te volviera a herir, eras mi princesa y no, nadie podía tocarte como lo hacía yo.
Tus lágrimas no podían ser mas mías porque me dolían mucho más que a ti, me llenaban de impotencia y cuando todo tu ser se derrumbaba, estaban dispuesta a recomponerlo porque todos esos pedacitos daban sentidos incluso a las hipocresías más evidentes.
En la suavidad de todos los centímetros que componían tus perfectas piernas, en la luz de tu sonrisa, la misma que hacía que mi corazón entrase en parada cuando me la dedicabas. La paz de tu risa entre mis labios, entonces sí que se paraba el mundo, a la puta mierda, nada importaba más que aquel momento.
Tu mirada recorriendo mi cuerpo, esos ojillos de gata que no podían hacer que te deseara más si no detenías tus ganas.

Aun sigo intentando descifrar todas aquellas razones que no me dejaron mas remedio que amarte. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario