miércoles, 15 de enero de 2014

Silencios de cristales rotos

Yo pago los destrozos
hasta el final,
aguanto hasta las ultimas sonrisas,
reconozco los pasos que dí
al equivocarme,
pero no me precipito
a mitad de ningún orgasmo.
Por mucho que duela
seguir.
Asumo el amor cuando rompe
el hielo derritiéndolo
y también cuando gotea,
me confunde cuando no sabe
si romperse por irreverencia
o volar.
Si algo me caracteriza
es la osadía con la que admiro
los precipicios
sin miedo a desvirtuarme
o a desangrarme,
tan solo con ganas de demostrar
de lo que están hechas mis cicatrices.
Y que cuando caiga al vació
lo único que importe es que te hayas dado cuenta
por culpa de quién o qué
el amor no supo rasgarse o volar.
Por eso pago mis deudas y mis destrozos,
para que nadie pueda reprocharme
que fui cobarde y deje que alguien
que no fuera yo
ahuyentara los monstruos que yo implante.
Si alguien no quiso que reconstruyera
aquel infierno, fuiste tu.
Yo nunca le tuve miedo al fuego.

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